Cuando la selección francesa consiguió títulos internacionales entre 1998 y 2001, ganando la Copa del Mundo, la Eurocopa y la Copa Confederaciones, muchos recuerdan la brillantez de Zinedine Zidane o los goles de Thierry Henry y David Trezeguet. Pero la gran virtud de Zidane ese día fue manejar el partido. Pero había otro as en el centro del campo de ese equipo que hizo que el equipo corriera como un reloj.
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